HUÉRFANOS
Eran vigilados por la tristeza y su lenguaje daba lugar a la locura. Amenazados, tras el cristal brillaban sus ojos como relámpagos; caían lentos al sueño, obedecían.
Silencio en las habitaciones, bajo la tenue luz que acaricia en la pared sonrisas centroaméricanas, atardeceres dudosos, siniestros carteles del Domund.
Eran vigilados por la tristeza y sus labios se infectaban fácilmente de miedo. Rezos en la noche oscura, uñas contra la pared, orines silenciados con el calor de sus cuerpos, y alguna vez, grabada en la madera, la irresistible inicial del amor.
Corazón que habitas en la demencia, corazón inmóvil, acércame esas lilas heladas, deletrea despacio su aroma, y lame, limpia esta oscuridad sin sentido.
El proyector de sombras, 1997
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